Cerrar
nubes1
estrella 1
nubes1

Mujeres y el Surrealismo

Remedios Varo

(1908-1963)

De niña, la española Remedios Varo aprendió de su padre, de profesión ingeniero hidráulico, la perspectiva, las matemáticas y el dibujo, a la vez de la lectura, incluso de textos científicos, mientras que su madre la proveyó de una estricta educación católica. En su adolescencia ingresó a la Academia de San Fernando, en Madrid, tras lo cual se casó y mudó a Barcelona, donde se dedicó a la publicidad. Se separó de su marido y participó en varias exposiciones colectivas, entre ellas “Logicofobista”, donde ya se adivina el estilo que la vinculará al surrealismo.

Leer Más

Remedios Varo

(1908-1963)

De niña, la española Remedios Varo aprendió de su padre, de profesión ingeniero hidráulico, la perspectiva, las matemáticas y el dibujo, a la vez de la lectura, incluso de textos científicos, mientras que su madre la proveyó de una estricta educación católica. En su adolescencia ingresó a la Academia de San Fernando, en Madrid, tras lo cual se casó y mudó a Barcelona, donde se dedicó a la publicidad. Se separó de su marido y participó en varias exposiciones colectivas, entre ellas “Logicofobista”, donde ya se adivina el estilo que la vinculará al surrealismo. Con el estallido de la Guerra civil española, junto con el poeta Benjamin Peret partió a París y se vinculó al grupo de André Breton, con lo cual colaboró en la Exposición Internacional del Surrealismo, en Tokio. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Varo y Peret consiguieron, después de un tiempo, llegar a México a finales de 1941. Tras separarse de Peret y trabajar un tiempo en la publicidad para subsistir, contrajo matrimonio con Walter Gruen, a quien se atribuye haberle brindado las condiciones para que se dedicara por completo a la pintura, donde son frecuentes las jaulas o torres, en representación de las cárceles domésticas de las mujeres. La década de los cincuenta marca su apogeo, incluyendo una exposición individual, en 1956, en la Galería Diana. Falleció prematuramente, en 1963. Hoy sus obras forman parte de importantes colecciones en el mundo, entre ellas las del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, que recibió en donación 38 pinturas y dibujos. Sus piezas están inspiradas en la alquimia y la transformación, retratan el aura de la iconografía religiosa y la naturaleza exigente del ámbito científico.

Kati Horna

(1912-2000)

Estudió fotografía desde muy joven; el arresto de su padre por los nazis la obligó a emigrar de su natal Hungría a París, donde se encontró con Robert Capa y Émerico Chiki Weisz. Por encargo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fue a España y laboró como fotorreportera, durante la Guerra civil española, publicando en varias revistas republicanas facetas singulares: soldados escribiendo cartas en las trincheras, madres amamantando…

Leer Más

Kati Horna

(1912-2000)

Estudió fotografía desde muy joven; el arresto de su padre por los nazis la obligó a emigrar de su natal Hungría a París, donde se encontró con Robert Capa y Émerico Chiki Weisz. Por encargo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fue a España y laboró como fotorreportera, durante la Guerra civil española, publicando en varias revistas republicanas facetas singulares: soldados escribiendo cartas en las trincheras, madres amamantando… En ese contexto conoció a José Horna, cartógrafo, con quien se casó y de quien tomó el nombre. Con una maleta cargada con sus negativos, huyeron juntos a París y posteriormente a México, donde crearon vínculos con artistas e intelectuales migrantes, si bien se estableció una relación muy especial entre ella, Remedios Varo y Leonora Carrington. La fotógrafa colaboró en destacadas publicaciones, como S.nob –de corte surrealista–, Mujeres, Revista de Revistas, Tiempo, Mapa y Revista de la Universidad de México. Además, impartió clases en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional. En 1963, tras el fallecimiento de Remedios Varo y José Horna, se volvió más estrecho el vínculo con Carrington, que se extendió a colaboraciones profesionales, como las fotografías de su obra Penélope, montada por Alejandro Jodorowsky. Cabe destacar que, en 2016, la historiadora Almudena Rubio descubrió, en las oficinas de Propaganda Exterior de la CNT de Ámsterdam, los archivos fotográficos de Kati Horna sobre la Guerra civil española, que se creían perdidos.

Frida Kahlo

(1907-1954)

Figura emblemática del arte mexicano posrevolucionario. En su juventud sufrió un grave accidente, motivo de más de treinta cirugías y de periodos de postración en cama a lo largo de su vida, por lo que mandó hacer un caballete especial para poder continuar trabajando, incluso en esas circunstancias. Pareja del pintor Diego Rivera, logró plasmar su relación y el dolor que padeció en gran parte de sus pinturas, la mayoría autorretratos.

Leer Más

Frida Kahlo

(1907-1954)

Figura emblemática del arte mexicano posrevolucionario. En su juventud sufrió un grave accidente, motivo de más de treinta cirugías y de periodos de postración en cama a lo largo de su vida, por lo que mandó hacer un caballete especial para poder continuar trabajando, incluso en esas circunstancias. Pareja del pintor Diego Rivera, logró plasmar su relación y el dolor que padeció en gran parte de sus pinturas, la mayoría autorretratos. Manejó el tema de la dualidad, como un espejo que la reflejaba. En 1939 expuso en Francia invitada por André Breton, quien la visualizaba como una artista surrealista, aunque ella afirmaba que “no pintaba sueños, sino su propia vida”. Destaca que una de las obras expuestas, Autorretrato-El marco, fue adquirida por el Museo del Louvre, convirtiéndose, así, en la primera artista mexicana con obra adquirida por ese museo. Pese a que convivió de manera estrecha con figuras prominentes del ámbito artístico, intelectual y político de su época, su reconocimiento comenzó a darse después de su muerte.

Meret Oppenheim

(1913-1985)

Nacida en Suiza, no era ajena a las ideas freudianas, ya que su padre era psicoanalista. Siendo adolescente, él le recomendó que escribiera sus sueños, práctica clave dentro del surrealismo y que ejerció a lo largo de su vida. En 1932, con apenas 18 años, se trasladó a París para estudiar en la Académie de la Grande Chaumière y pronto se integró activamente al movimiento surrealista, al trabar amistad con Alberto Giacometti, Pablo Picasso y Man Ray, para quien posó desnuda.

Leer Más


Meret Oppenheim

(1913-1985)

Nacida en Suiza, no era ajena a las ideas freudianas, ya que su padre era psicoanalista. Siendo adolescente, él le recomendó que escribiera sus sueños, práctica clave dentro del surrealismo y que ejerció a lo largo de su vida. En 1932, con apenas 18 años, se trasladó a París para estudiar en la Académie de la Grande Chaumière y pronto se integró activamente al movimiento surrealista, al trabar amistad con Alberto Giacometti, Pablo Picasso y Man Ray, para quien posó desnuda. Era consciente de la opresión que para las mujeres significaba la imposición de los roles de género, de modo que incorporó elementos del ámbito doméstico en sus esculturas, como una forma de cuestionarlos. Una de sus primeras obras, Objeto (1936) –juego de taza, plato y cuchara para té recubiertos de piel– llegó a escandalizar al público de la época, aunque su meta era desafiar la razón y desencadenar el inconsciente. André Breton se tomó el atrevimiento de cambiarle el título por Dejeuner en Forrure, pero Oppenheim respondió después que no estaba acorde con la intención original. Tras su exhibición en París, la pieza se presentó en el MoMA de Nueva York como parte de la exhibición “Arte fantástico, dadaísmo y surrealismo” y, en 1946, pasó a formar parte de su colección permanente, lo que convirtió a Meret en la primera mujer artista en tener arte adquirido por este museo. Cabe decir que, durante su primera exposición individual, celebrada a sus 23 años, muchos se referían a ella como “señor Oppenheim”, por la idea de que en el surrealismo sólo había exponentes masculinos.

Leonor Fini

(1907-1996)

Aunque nació en Argentina, creció en Italia y a sus 24 años se trasladó a París, impulsada por su vocación artística. Autodidacta, entrelazó su capacidad expresiva a su vida cotidiana: mientras en sus autorretratos se mostraba como una mujer hermosa, dominante y sensual, rodeada por figuras y entornos imaginarios, entre 1946 y 1953 hizo de su aparición en los bailes de disfraces noticia, ya que asistía con el cabello teñido de diferentes colores, portando máscaras y trajes que la convertían en león, búho, la reina del inframundo…

Leer Más

Leonor Fini

(1907-1996)

Aunque nació en Argentina, creció en Italia y a sus 24 años se trasladó a París, impulsada por su vocación artística. Autodidacta, entrelazó su capacidad expresiva a su vida cotidiana: mientras en sus autorretratos se mostraba como una mujer hermosa, dominante y sensual, rodeada por figuras y entornos imaginarios, entre 1946 y 1953 hizo de su aparición en los bailes de disfraces noticia, ya que asistía con el cabello teñido de diferentes colores, portando máscaras y trajes que la convertían en león, búho, la reina del inframundo… Si bien participó en las principales muestras de surrealismo de las décadas treinta y cuarenta, se negó a ser definida por una sola categoría. Fini rechazó las convenciones sociales y exploró por igual lo masculino y lo femenino, el dominio y la sumisión, el erotismo y el humor. En sus cuadros, sus personajes masculinos se muestran como bellezas andróginas y pasivas, mientras que las mujeres son poderosas. No se limitó a las artes plásticas, su obra abarca escenografías para teatro, diseño de vestuario –para películas como Romeo y Julieta (Renato Castellani, 1954) y 8 ½ (Federico Fellini, 1963)– y objetos –lentes, papel decorativo y hasta el icónico envase de perfume Schocking para Elsa Schiparelli–, novelas e ilustraciones para libros de escritores como el Marqués de Sade, Georges Bataille, Jean Cocteau y Jean Genet. Pese a que Dalí reconoció que “era mejor que la mayoría”, es hasta años recientes que se han curado retrospectivas de su obra y se le ha dado la justa dimensión a su arte. Cabe decir que pintó un notable retrato de la actriz mexicana, María Félix.

Lee Miller

(1907-1977)

Comenzó su carrera como modelo para la revista Vogue, tras lo cual se mudó a París para dedicarse a la fotografía de moda y bellas artes. Ahí conoció a Man Ray, de quien fue aprendiz, amante y musa. Hoy se sabe que varias fotografías atribuidas a Ray son autoría de Lee, lo mismo que la técnica de solarización, efecto que permanece asociado al fotógrafo. Para impulsar su desarrollo artístico dio por terminada la relación, dando oportunidad a ser pintada por Picasso y a que Jean Cocteau la incluyera en su película «La sangre de un poeta«.

Leer Más

Lee Miller

(1907-1977)

Comenzó su carrera como modelo para la revista Vogue, tras lo cual se mudó a París para dedicarse a la fotografía de moda y bellas artes. Ahí conoció a Man Ray, de quien fue aprendiz, amante y musa. Hoy se sabe que varias fotografías atribuidas a Ray son autoría de Lee, lo mismo que la técnica de solarización, efecto que permanece asociado al fotógrafo. Para impulsar su desarrollo artístico dio por terminada la relación, dando oportunidad a ser pintada por Picasso y a que Jean Cocteau la incluyera en su película La sangre de un poeta. La reacción de Man Ray fue crear obras donde desmenuzaba la anatomía de ella, hasta llegar a la pieza Objeto para ser destruido. Para alejarse, Lee regresó a Estados Unidos e instaló en medio de la gran depresión un estudio fotográfico, que alcanzó gran éxito con clientas como Helena Rubinstein y Elizabeth Arden. Luego, pasó tres años en El Cairo antes de retornar a París, para recuperar su círculo de amigos, poco antes del recrudecimiento de la Segunda Guerra Mundial. Estando en Londres, convenció a la revista Vogue para que la acreditara como corresponsal y registró, a pie, con una perspectiva inusitada, la Europa desolada, en compañía del periodista de Life, David. E. Sherman. Miller fotografió los campos de exterminio nazis de Buchenwald y Dachau e ingresó, en Munich, al departamento privado de Hitler, donde decidió desnudarse y tomarse una foto en la bañera, que años después el diario The Guardian calificó no sólo como “una celebración del derrocamiento de un dictador, sino como una subversión del clásico retrato desnudo y una afirmación de su propio triunfo, en un mundo dominado por hombres”. Tras la guerra se casó con Roland Penrose, con quien instaló una granja en Gran Bretaña y se dedicó a la gastronomía, sin dejar de lado su espíritu surrealista: a los invitados solía servirles pescado azul dedicado a Miró, espagueti azul, desorden de pollo verde, así como pechos de coliflor en salsa rosa.

Dorothea Tanning

(1910-2012)

Dejó su hogar natal en la parte rural de Illinois, para estudiar un curso breve en la Academia de Arte de Chicago, tras lo cual partió a Nueva York, donde comenzó a trabajar como diseñadora publicitaria. En 1936 asistió a la exposición “Arte fantástico, dadaísmo y surrealismo”, montada por el MoMA, cuyas obras influyeron profundamente en su trabajo, envuelto en escenas oníricas y mundos imaginarios.

Leer Más

Dorothea Tanning

(1910-2012)

Dejó su hogar natal en la parte rural de Illinois, para estudiar un curso breve en la Academia de Arte de Chicago, tras lo cual partió a Nueva York, donde comenzó a trabajar como diseñadora publicitaria. En 1936 asistió a la exposición “Arte fantástico, dadaísmo y surrealismo”, montada por el MoMA, cuyas obras influyeron profundamente en su trabajo, envuelto en escenas oníricas y mundos imaginarios. También la inspiraron a viajar a París tres años después, aunque descubrió que la Segunda Guerra Mundial había obligado a migrar a los artistas. A su vuelta, en 1942, el pintor Max Ernst la visitó en su estudio, por encargo de su entonces esposa Peggy Guggenheim, como parte de una exploración para conformar la histórica exposición “31 Women” para su Art of the Century Galley. El encuentro resultó crucial para ambos, en el caballete se encontraba en proceso su cuadro Birthday, que ya mostraba los simbolismos que impregnarían su periodo surrealista: nociones de renacimiento, una potencia sexual femenina y las referencias a Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Tras separarse de Peggy, Max y Dorothea comenzaron una relación y, en 1946, celebraron una boda doble en Hollywood, junto con sus amigos Juliet Browner y Man Ray. Permanecieron juntos hasta la muerte de él, acaecida en 1976. A partir de los años cincuenta, Tanning buscó formas de expresión más allá del surrealismo y se dedicó a las que ella misma denominó “pinturas prisma” y hoy se conocen como “insomnios”, lienzos donde formas biomórficas crean lugares de ensueño; exploró el impresionismo, así como el grabado para libros de poetas, como Lena Leclerq y André Pieyre de Mandiargues. En los años sesenta comenzó a hacer esculturas corporales con tela. Hacia el final de su vida se volcó a la escritura, publicando memorias y poemas en revistas como The New Yorker, The Paris Review, The Yale Review y Poetry.

Dora Maar

(1910-2012)

Aunque esta fotógrafa y pintora francesa poseía talento y reconocimiento desde mucho antes de conocer a Pablo Picasso –quien le llevaba 26 años–, la relación de amantes que mantuvieron a lo largo de varios años dejó caer en ella, como lápida, la etiqueta de “musa”. Esfuerzos como el de la historiadora y crítica Victoria Combalía, que dedicó veinte años a reconstruir su historia, parte con investigación y parte con numerosas entrevistas a la propia Maar antes de su fallecimiento, o bien, la amplia retrospectiva que presentó la Tate Modern de Londres en 2020, dan cuenta de sus aportes.

Leer Más

Dora Maar

(1910-2012)

Aunque esta fotógrafa y pintora francesa poseía talento y reconocimiento desde mucho antes de conocer a Pablo Picasso –quien le llevaba 26 años–, la relación de amantes que mantuvieron a lo largo de varios años dejó caer en ella, como lápida, la etiqueta de “musa”. Esfuerzos como el de la historiadora y crítica Victoria Combalía, que dedicó veinte años a reconstruir su historia, parte con investigación y parte con numerosas entrevistas a la propia Maar antes de su fallecimiento, o bien, la amplia retrospectiva que presentó la Tate Modern de Londres en 2020, dan cuenta de sus aportes. Se inició en la fotografía en los años veinte, relacionándose con Henri Cartier-Bresson y Brassaï, lo mismo que con el movimiento surrealista. Su fotografía Pere Ubu se convirtió, de hecho, en un emblema tras ser exhibida en la Exposición Surrealista Internacional de Londres, en 1936. Fue maestra del fotomontaje, creando imágenes inesperadas, como la de una mano humana que parece salir arrastrándose de un caparazón. Documentó a los artistas que la rodeaban y efectuó fotografía de moda, pero con ideas que dotaban de un inusual dramatismo a sus piezas; también ejerció la fotografía de calle y se consideraba una artista en ascenso. A Picasso lo inspiró de diferentes maneras, ya que fue su pareja más intelectual. Ella registró con su cámara el proceso de creación del Guernica. Cuando él la sustituyó por una amante más joven le provocó un desbalance emocional. Tras permanecer una temporada recluida en un psiquiátrico, se mantuvo aislada en su casa, se acercó a la religión católica y se dedicó a la pintura.

Claude Cahun & Marcel Moore

(1894-1954 / 1892-1972)

Por su identidad neutra y fluida, no se les permitió entrar al grupo de los surrealistas. Hoy se reconoce ampliamente el aporte que Cahun hizo a la fotografía, sobre todo gracias a una continua exploración de su persona, mediante los autorretratos. En 1925 creó la serie Héroïnes y se retrató como Safo, Penélope, Salomé, Eva, Helena y otros prototipos femeninos; mientras que en otra serie apeló a cuestionar a los espectadores, ya que aparece con traje de boxeador y una malla con pezones falsos, donde se lee “I am in training don´t kiss me” (estoy entrenando no me beses), y en unas fotos se ve con un peinado y maquillaje sumamente coquetos, y en otras sin maquillaje, otro peinado y una actitud francamente masculina. En los años treinta Claude escribió poesía que Marcel ilustró

Leer Más

Claude Cahun & Marcel Moore

(1894-1954 / 1892-1972)

Por su identidad neutra y fluida, no se les permitió entrar al grupo de los surrealistas. Hoy se reconoce ampliamente el aporte que Cahun hizo a la fotografía, sobre todo gracias a una continua exploración de su persona, mediante los autorretratos. En 1925 creó la serie Héroïnes y se retrató como Safo, Penélope, Salomé, Eva, Helena y otros prototipos femeninos; mientras que en otra serie apeló a cuestionar a los espectadores, ya que aparece con traje de boxeador y una malla con pezones falsos, donde se lee “I am in training don´t kiss me” (estoy entrenando no me beses), y en unas fotos se ve con un peinado y maquillaje sumamente coquetos, y en otras sin maquillaje, otro peinado y una actitud francamente masculina. En los años treinta Claude escribió poesía que Marcel ilustró. Si bien durante un tiempo se pensó que Moore fungió como musa, investigaciones recientes la catalogan como colaboradora activa de los procesos. Durante la Segunda Guerra Mundial se hicieron pasar por hermanas y distribuyeron de forma clandestina un estimado de cuatro mil folletos antifascistas, hasta que la Gestapo las descubrió y encarceló. Tras ser liberadas vivieron y trabajaron juntas hasta 1954, cuando falleció Claude. Marcel se suicidó veinte años después. En 2018, una calle de París fue nombrada Claude Cahun-Marcel Moore en su honor.

Otras surrealistas

Xenia Cage (1913-1995) nacida en Alaska, fue una artista multifacética. Casada de 1935 a 1945 con el compositor y músico John Cage, era percusionista de su ensamble. En 1943, sus móviles surrealistas formaron parte de la histórica exhibición “31 Women”, que organizó Peggy Guggenheim para su Art of the Century Gallery, y al año siguiente se expusieron de forma individual en la Julien Levy Gallery, ambas en Nueva York.

Leer Más

Otras surrealistas

Xenia Cage (1913-1995) nacida en Alaska, fue una artista multifacética. Casada de 1935 a 1945 con el compositor y músico John Cage, era percusionista de su ensamble. En 1943, sus móviles surrealistas formaron parte de la histórica exhibición “31 Women”, que organizó Peggy Guggenheim para su Art of the Century Gallery, y al año siguiente se expusieron de forma individual en la Julien Levy Gallery, ambas en Nueva York. Diseñó una mesa especial para el juego de ajedrez creado por Max Ernst y colaboró como encuadernadora con Joseph Cornell y Marcel Duchamp. Sin embargo, dejó el arte a un lado y se dedicó a trabajar para algunos museos. Suzanne Césaire (1915-1966) poeta nacida en Martinica, isla caribeña colonizada por Francia, conoció a Breton y encontró en el surrealismo la vía para explorar el anticolonialismo. Aunque no fue reconocida en su momento, hoy está catalogada como pionera, tanto en la búsqueda de una voz literaria martiniquina como en el desarrollo del afrosurrealismo. Louise Bourgeois (1911-2010) escultora francesa que hizo de sus traumas infantiles y juveniles la temática de donde abrevar para crear arte. Empleando los más variados materiales –madera, hilo, papel, cristal, caucho, bronce e incluso desechos del mar–exploró la memoria, la inseguridad, el sexo y el cuerpo femenino. Para ella su obra fue un hilo continuo que clasificó en tres etapas: el miedo a caer, el arte de caer y el arte de aguantar.

Ithell Colquhoun (1906-1988) artista británica, exploró la pintura, la escritura y la poesía. En 1931 viajó a París para mostrar su trabajo a los surrealistas y un lustro después tuvo su primera exposición individual en Londres. Exploró los roles de género, la sexualidad y el empoderamiento femenino. Dejó el movimiento surrealista cuando E. L. T. Mesens, líder del grupo británico, le exigió que dejara de participar con los ocultistas, pero ella se sentía atraída hacia esa sabiduría que trascencia la conciencia humana. Hace un par de años, la galería Tate Modern adquirió su archivo y se espera una revalorización de sus aportes. Marie Čermínová (1902-1980) pintora y grabadora checa, conocida por el pseudónimo de Toyen. En 1919 estudió en la Academia de Artes, Arquitectura y Diseño de Praga, tras lo cual viajó a París con su pareja, el poeta y artista Jindřich Štyrský, con quien colaboró hasta que él se suicidó. Su intención al escoger el apelativo de Toyen fue no revelar su identidad de género, pues el movimiento estaba dominado por hombres. Destacan los dibujos e ilustraciones eróticas para una edición de la novela Justine ou les infortunes de la vertu, del Marqués de Sade, y sus publicaciones en la revista Erotika Revue. Jane Graverol (1905-1984) hija del ilustrador, grabador y pintor simbolista Alexander Graverol, se formó en la Académie des Beaux-Arts de Etterbeek y la Académie Royale des Beaux-Arts de Bruselas. A finales de los años treinta comenzó a mostrar elementos surrealistas en su obra y, en 1949, tras contactar a René Magritte por correspondencia, fue admitida entre los miembros surrealistas belgas, aunque tiempo después la expulsaron por rencillas internas. Su obra destaca por reflejar experiencias personales relacionadas con la identidad femenina. Kay Sage (1898-1963) poeta y pintora estadunidense. Tras la Primera Guerra Mundial partió a estudiar en la Escuela Libre de Bellas Artes de Roma y, en 1925, se casó con el príncipe Ranieri di San Faustino. Por diez años se dedicó a sus obligaciones como princesa, hasta que el escultor Heinz Henghes y el poeta Ezra Pound la motivaron a retomar su interés por el arte. En 1936 tuvo una exposición individual en Milán, notablemente influenciada por Giorgio de Chirico. Un año después y tras su divorció, se mudó a París y logró la admiración de André Breton e Yves Tanguy, aunque inicialmente pensaron que era hombre. Su obra se caracteriza por elementos arquitectónicos y figuras sugeridas dentro de los paisajes.