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Leonora Carrington nació el 6 de abril de 1917, en una casa aristocrática en Clayton Green, Chorley, South Lancashire, al norte de Inglaterra. Hija de Harold Wilde Carrington, magnate textil y de Maurie Moorhead, quien era originaria de Moate, al sur de Irlanda.
El matrimonio fue uno inusual para la época, debido a que él era católico y ella protestante. Si bien en un principio no eran adinerados, Harold vendió la compañía familiar Carrington Cottons al gigante corporativo Courtaulds, convirtiéndose así en un accionista importante de la Imperial Chemical Industries.
Cuando Leonora cumplió tres años, la familia Carrington Moorhead se mudó a Crookhey Hall en Cockerham, cerca de Lancaster, una propiedad con un bosque propio, más de diez sirvientes, chofer, niñera, caballos.
En este espacio creció hasta los diez años, junto con sus hermanos Patrick, el mayor, y Gerald y Arthur, menores que ella. De este periodo de su vida es muy importante la figura de su nana irlandesa Mary Kavanaugh, quien, junto con la abuela materna y la madre, nutrió su imaginación de niña con la herencia cultural irlandesa, por medio de historias de su folclor celta. Muchos cuadros retratan estas narraciones populares, como las de la gente pequeña “sidhe”, quienes viven debajo de la tierra, entre las montañas.
Tras este periodo, en que su educación ocurrió en casa con una serie de institutrices, como toda familia acaudalada decidieron mandarla al internado Holy Sepulchre, cerca de Essex. Ahí, Leonora decidió que sería santa y haría milagros y se concentró en poder levitar. Prontamente fue expulsada, debido a sus conductas excéntricas. Al año siguiente la llevaron al Saint Mary, otro convento católico, en Ascot, de donde también la expulsaron por su actitud rebelde y espíritu indomable. Las monjas anotaron, atónitas, que la niña podía escribir con ambas manos y en sentido contrario, como en espejo, habilidad que siguió practicando durante su vida.
Leonora lo que quería era ser artista y entrar en la escuela de arte. La pugna al interior de la familia fue mordaz, sobre todo de parte del padre, quien consideraba que se trataba de una actividad absurda y sin provecho. Sin embargo, fue tanta la insistencia de Leonora, y en algo tuvo que ver la mediación de su madre, que ese mismo año se mudó a Londres para estudiar en la Escuela de Arte de Chelsea. Un conocido de la familia, quien la visitó para cerciorase que estuviera bien, le recomendó la recién abierta Academia Ozenfant, del pintor francés Amédée Ozenfant.
Ese mismo año, pensando que era algo que pudiera interesarle, su madre le regaló el libro Surrealismo, sobre la primera Exposición Surrealista Internacional que se realizó en las galerías londinenses de New Burlington, donde se incluía la obra Dos niños amenazados por un ruiseñor, de Max Ernst. Al verlo, Leonora sintió
“una quemadura por dentro, como cuando algo te conmueve de veras”.
En ese entonces, él ya era una figura consagrada, en palabras de André Bretón, “la encarnación del artista surrealista”. Al año siguiente, Ernst expuso obra propia en la Galería Mayor en Londres y quiso el destino que, gracias a amigos en común, Leonora lo conociera en una recepción en honor al artista.
El tenía cuarenta y seis años y un matrimonio fallido con Marie-Berthe Aurenche, y ella veinte.
“Fue amor a primera vista . Mi cerveza comenzaba a desbordarse y Max puso su dedo sobre ella para que no se derramara sobre la mesa, y esa fue la historia de mi gran amor”.
De 1938 a 1940 Leonora pasa de vivir el periodo más feliz de su vida, al periodo más obscuro. En 1939 comienza una persecución hacia Max Ernst, quien era alemán con ideas anti-fascistas. Fue capturado, encarcelado y denominado enemigo extranjero.
Carrington huyó de Francia hacia España con el objetivo de buscar ayuda para liberar a Max, pero cansada, desesperada y angustiada por el encarcelamiento y por los efectos de la guerra, sufrió un colapso nervioso. Al enterarse, sus padres La internaron a la fuerza en una clínica psiquiátrica en Santander, España. Tras conocer sobre su estancia en dicho lugar, André Bretón alentó a Leonora a escribir su experiencia, pensando que esa vivencia la podía haber acercado al misterio que significaba el mundo de la sin razón.
Memorias de abajo (Down Below) comenzó a ser escrita cuando Leonora estaba aún en Nueva York, en 1942, pero al no encontrar interés por su publicación la desechó para regresar a ella un año después, cuando ya vivía en México. Una primera edición apareció en la revista surrealista VVV, en 1944. En ella Leonora cuenta, en forma de diario y de manera cronológica, los eventos que sucedieron entre mayo de 1940 a 1942.
Estando acompañada para ser trasladada a otra clínica similar en Sudáfrica hacen una parada en Lisboa, donde en un café escapó al ir al baño, tomando un taxi hacia la Embajada de México. Sabía que ahí estaba el periodista y diplomático Renato Leduc. Tras varias horas de espera le pudo contar su historia, y como respuesta el mexicano le dijo: “vamos a casarnos”. Leonora y Renato fueron muy amigos durante toda su vida.
Vivieron en Nueva York por menos de un año, reencontrándose con todo el círculo de artistas surrealistas en el exilio, pero su idea era emigrar a México, donde llegaron en 1942. Dos años después se separó de Renato y conoció a Emérico “Chiki” Weisz, con quien se casó en 1946 y quien fue su esposo por toda la vida. De esta relación nacieron sus dos hijos: Gabriel, en 1946, y Pablo, en 1947.